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sábado, 6 de octubre de 2012

#HayUnCamino Mucho ojo con los grupos paramilitares de Chávez

Los Guardianes de la Revolución Bolivariana

Los grupos paramilitares del presidente Chávez son el mejor adalid de los intereses del presidente y el más mortífero verdugo de la oposición





 Son las seis de la tarde y la reunión política del colectivo La Vega Tupac - Amaru está apunto de comenzar. Un viejo garaje decorado con propaganda bolivariana hace de cuartel general de este grupo armado al servicio de la revolución.


Armando lidera una de las columnas del grupo. A su cargo tiene un total de unos cien hombres que controlan la parroquia de La Vega, uno de los principales bastiones Chavistas de la capital, Caracas. La Vega, al igual que otras parroquias populares como el 23 de Enero, son territorios revolucionarios en los que estos colectivos armados son la ley que marca el día a día de la ciudad.


La reunión política comienza con un breve discurso de Armando en el que enaltece los logros de las políticas bolivarianas del presidente Chávez. Al cabo de un rato, y tras la intervención de varios miembros del colectivo, el transfondo de la reunión sale a la luz. La reunión política se convierte en una reunión militar en la que se determinan los planes de las diferentes células del colectivo para las próximas semanas. Entre ellos, destacan sobre todo la presión, persecución y aniquilación de los enemigos que traicionan a la patria Bolivariana. «A esas ratas capitalistas contrarias a la revolución tenemos que darles plomo, son los traidores de la patria y hace tiempo que se vendieron a los imperialistas de Estados Unidos», asegura Armando.


Desde la llegada al poder del Movimiento Bolivariano, el presidente Chávez no ha dudado, para salvaguardar su seguridad y la de su revolución, en hacer uso de estos grupos paramilitares para sembrar el miedo y el terror en las principales ciudades del país. Solo en Caracas conviven más de una quincena de estos colectivos armados que se han convertido en el mejor adalid de los intereses del presidente y en el más mortífero verdugo de cualquier voz de la oposición.


Los cifras son demoledoras. Según la revista «Foreign Policy», Caracas, con algo más de tres millones de habitantes, tiene la mayor tasa anual de homicidios en el mundo: 130 por cada 100.000 habitantes, más que Ciudad del Cabo, Nueva Orleans y Moscú.
Al servicio de la Revolución


La Piedrita, Alexis Vive y los Tupac-Amaru -más conocidos como «Tupamaros»- son los colectivos más fuertes de Caracas. Sus cuarteles generales, además de albergar el brazo armado del «socialismo del siglo XXI» del presidente Chávez, se han convertido en plataformas de una caridad viciada que mantiene secuestrados a los olvidados de la pobreza extrema que abraza la capital venezolana.


En el corazón de sus territorios, la presencia de cualquier autoridad es prácticamente nula. La policía evita subir a los cerros y mucho menos inmiscuirse en los asuntos de los colectivos, ya que estos informan directamente al Palacio de Miraflores.


Además de su actividad paramilitar al servicio de la Revolución , estos grupos son una de las principales herramientas de propaganda de los valores de la nueva Venezuela. Entre sus filas, un mar de fervientes colaboradores devotos al comandante Chávez, y gracias a su apoyo económico incondicional, han logrado abrir lazos de colaboración con otros movimientos internacionales cercanos a la Revolución Bolivariana, entre los que ocupa un lugar muy destacado el grupo terrorista ETA.





Publicado por ABC 


Barrio 23 de Enero, bastión del chavismo en Caracas

Por: Diego Alarcón Rozo /Caracas, Venezuela

Hugo Chávez cerrará este jueves su campaña en Caracas. El Espectador visitó el 23 de Enero, uno de los bastiones del chavismo en la capital.


Uno de los murales del 23 de Enero: el cura Manuel Pérez.  / Diego Alarcón  
Uno de los murales del 23 de Enero: el cura Manuel Pérez. / Diego Alarcón

Comando llega puntual al lugar de encuentro: estación del metro de Aguas Salud, 11:00 a.m. Saluda amable, da la bienvenida y emprendemos el recorrido por calles empinadas y paredes coloridas de la Parroquia 23 de Enero, la más revolucionaria de Caracas. “Oye, mi nombre es Alfredo González. Todos aquí me dicen Comando, pero me llamo Alfredo. Llámame como quieras”.
El recorrido es breve hasta la sede local del Comando de Campaña Carabobo (CCC), desde donde se coordinan las actividades de campaña del presidente Hugo Chávez para los más de cien barrios que conforman la parroquia. “Oye, cuéntame: ¿cómo ve la gente en Colombia que los camaradas de las Farc hayan decidido dialogar con el presidente Santos?”, pregunta Comando.
En seguida entramos a un salón en donde encontramos a Andrés Aguilar, un hombre enorme de 73 años, amable, escritor y guerrillero en los años 60, bajo la comandancia de Argimiro Gabaldón. Andrés se encarga de las labores de propaganda en CCC y Alfredo hace las veces de vocero local. Adentro ofrecen un “guayoyo”, un café dulce, y comienza la conversación.
Entre los transeúntes de la capital venezolana, el 23 de Enero se ha hecho una fama oscura. “Hay gente que se ha encargado de satanizar”, comenta Comando. Dicen que aquí no entra la Policía, que hay grupos armados que simpatizan con Hugo Chávez, que imparten el bien y el mal entre los barrios, que “limpian la sociedad”. ¿Sí? Para Andrés y para Alfredo lo único cierto de todos los rumores es la admiración que la población del 23 le profesa al comandante Chávez, y que los colectivos sociales realizan labores de asistencia a la población, con jornadas médicas, alimentarias, culturales y deportivas. Esta es una comunidad socialista.
¿Por qué esa fama entonces?
“Porque hemos sido una parroquia rebelde, contestataria —responde Alfredo—. Por ahí comentan que hay delincuentes, que hay vainas. Eso es mentira. Esta es una de las parroquias más sanas de las 22 del área metropolitana. Lo que pasa es que nosotros siempre hemos tenido un arraigo de autodeterminación, nos gusta arreglar nuestros propios problemas”. Andrés Aguilar interviene: “Fundamentalmente somos nosotros quienes arreglamos los problemas. La comunidad del 23 de Enero, a través de los colectivos, a través de las organizaciones sociales, atacamos los problemas, por ejemplo, el narcotráfico, que es poderoso y debemos minimizarlo”.
Entonces, ¿cómo actúan, por ejemplo, cuando saben que alguien está delinquiendo?
“Bueno —atiende Aguilar—, como en toda parte de Caracas hay delincuencia, pero es combatida por los colectivos y la gente en los consejos comunales. La gente identifica a los delincuentes y el paso a seguir se define entre la comunidad: agarrarlo, entregarlo a la policía... cosas como esas”.
¿Esto quiere decir que tienen armamento para combatir la criminalidad?
“Eso no te lo voy a contestar. Yo no te puedo decir que existe un poder armado ni nada de eso. Lo que te puedo decir es que nosotros combatimos al hampa con nuestra política y nuestra organización”, aclara el hombre mayor de forma serena.
Entre guayoyo y guayoyo, los dos hombres relatan que históricamente el 23 se forjó al calor de la izquierda revolucionaria, que sufrieron las represión de los gobiernos en los 70, 80 y 90, y que con Hugo Chávez han logrado una compaginación ideológica única, un proyecto real y posible de socialismo. Por eso, a pocas cuadras de aquí está el muro de los compañeros caídos en combate, con retratos de Camilo Cienfuegos, el cura Manuel Pérez, Argimiro Gabaldón, Ernesto Guevara...
Aguilar interviene: “Vamos a suponer que quieran tumbar a Chávez. Antes de bombardear Miraflores, bombardean el 23”.
Recorriendo el barrio Monte Piedad, Alfredo González comenta que es miembro de uno de los 25 colectivos con los que cuenta la parroquia. El suyo se llama Colectivo Farabundo Martí y simpatiza abiertamente con el Eln colombiano. Simpatizar con un grupo guerrillero es normal aquí: en la plaza principal del sector se levanta un escenario, la “tarima antiimperialista”, donde la subversión se asocia a causas justas y se apoya de forma simbólica.
Con Comando hemos llegado hasta Plaza Marulanda, una espacio imponente de rejas rojas en el que la Coordinadora Simón Bolívar —otro colectivo— levantó en 2008 un busto en homenaje a alias Manuel Marulanda Vélez, el fundador de las Farc. Desde el extremo de la plaza en que nos encontramos no alcanza a verse y Comando advierte que es mejor no acercarse porque no avisó a sus compañeros de la Coordinadora: “Fíjate, nosotros aprendimos a ser originales. Aquí pueden venir las Farc, el Eln, cualquier grupo guerrillero, pero ellos son muy respetuosos y han convivido aquí, cómo no, como nosotros hemos ido allá a los campamentos. El punto es que nosotros no tenemos que ser como ellos, para nada, ni tenemos que hacer lo mismo que ellos hacen”.
Alfredo tiene que marcharse. En la campaña de Hugo Chávez para el domingo no puede haber descanso, más aún cuando las actividades deben ser de “piel a piel”, para que “la gente pueda decir: ‘¡Coño!, en verdad llega la voz del comandante’”. Regresamos a la estación de Aguas Salud y Comando se despide: “¿Ves que el 23 de Enero no tiene nada que ver con lo que habías escuchado...?”.

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